lunes, 7 de febrero de 2011

ALAMBRE DE ESPINO

ALAMBRE DE ESPINO
(Es un titulo que se puede cambiar)

La primera en la frente. Una frase hecha, hecha a la media de Gumersindo. A quien gustaba mucho ayudar al “Fraguas” en la tarea de herrar a la mula, hasta el fatídico día en el que esta le dio tremenda coz en plena frente, tal fue el impacto que le diagnosticaron esguince grado uno y a Gumer conmoción cerebral con pronostico reservado.
“El Fraguas”, el herrero del pueblo de Esther, quien a pesar de que los tiempos modernos le obligaron a reconvertirse en cerrajero, mantenía la antigua fragua y una mula en el patio trasero del  taller, para poder herrarla y continuar vivo aunque fuera simbólicamente su oficio de herrero.
A otro con la cabeza menos dura le habría costado la vida, pero Gumersindo estaba hecho de otra pasta. Con tal resistencia al dolor y al sufrimiento que una tarde en el bar y entre bromas y risas el médico del pueblo don Dionisio, dijo que Gumer podría tener los hemisferios del cerebro unidos con alambre de espino sin sentir dolor alguno. Mientras decía esto apoyando su dedo índice en la sien de Gumersindo, la concurrencia del bar reía la gracia del doctor y Gumer lo tomó como un elogio, como algo bueno que él poseía y los demás no, de tal manera que desde entonces cada vez que hacía algo bien repetía al tiempo que llevaba su dedo índice a la sien alambre de espino como si de ahí manara su habilidad para hacer cosas.

Desde que fue coceado su capacidad intelectual quedó muy mermada y no le permitía mantener un trabajo fijo, lo que le obligo a vivir de lo que sacaba ayudando en sus tareas a casi toda la gente del pueblo, así, con un pellizquito de aquí y otro de allá junto a la pequeña ayuda económica que recibía por su incapacidad llegaba a fin de mes sin apreturas.

Esther llegó al pueblo a principios de verano con la intención entre otras cosas de olvidar la ruptura con su novio y compañero en la facultad de psicología, Fermín.
 Para ello sé aposentó en la casa familiar con la tía Benigna, la única de la familia que permanecía en el pueblo, pues las otras dos hermanas habían marchado a la ciudad hacía ya mucho tiempo. Otra de las intenciones de Esther aparte de descansar era hacer un trabajo sobre el comportamiento humano en zonas rurales pero muy contaminadas por las costumbres capitalinas.  No tenia esa obligación académicamente pero le pareció una buena forma de aprovechar el tiempo. No sabía muy bien por donde empezar, pero una mañana en el mercadillo su encuentro con Gumersindo le dio justo la idea por la que comenzar su estudio, pues aunque conocía a este desde hacía mucho tiempo, nunca había reparado en él, no sabía como se ganaba la vida.
Y eso mismo era lo que estaba haciendo en ese instante cogiéndole las bolsas de la compra aliviándola de su peso y ganándose además de una propina la atención de Esther, quien en la cercanía se fijó en la cicatriz que tenia forma de V en la frente del hombre, ella sabía el origen de la marca, aún así le preguntó acerca de ella a lo que este respondió con algo que dejó a la estudiante sorprendida. No esperaba que Gumer achacara la cicatriz a una marca que le dejaron los extraterrestres cuando fue abducido y llevado en un ovni a un viaje interplanetario, al oír esto estalló en una gran carcajada con la que indujo a Gumersindo a soltar su coletilla dejando la compra en el suelo para llevarse el dedo índice a la sien alambre de espino.
Una vez en casa cogió  su ordenador portátil abrió un documento de texto para escribir lo que sería su trabajo de estudio y que había decidido centrar en Gumersindo. Después de anotar la experiencia del mercadillo cerraba el trabajo con el nombre Gumersindo Mesticar, inmediatamente lo volvió a abrir, botón derecho del ratón seleccionó cambiar nombre y lo llamó Alambre de espino.
Ese sábado también se estrenaba la sesión de cine de verano en la plaza con la película Troya, Esther no convenció a su tía Benigna para que la acompañara, así que  cogió una mantita y se fue al cine sola, pero con la intención de sentarse con Gumersindo para charlar con él después del pase. Cuando llegó a la plaza pudo verle sentado en primera fila y consiguió un asiento junto a él. 

Casi todos los vecinos del pueblo acudían a la sesión de cine al aire libre, gentileza del ayuntamiento para amenizar al pueblo las noches de verano.
La fachada mas regular de la plaza era el sostén de la pantalla donde se proyectaba la película desde un camión aparcado enfrente en el que un operador colocaba la cinta en el proyector.
Cuando terminó la película Esther preguntó a Gumersindo.
_ ¿Te ha gustado?
_Si y no.
_ ¿Cómo si y no, qué respuesta es esa?
_Pues me ha gustado porque Elena es muy guapa.Y no me ha gustado que les engañen tan fácilmente con un caballo de madera.
_ ¿Tú crees que a ti no te habrían engañado?
_A mi no, y si en vez de troyanos hubieran sido valencianos, tampoco.
_No te entiendo. ¿Por qué no a los valencianos?
_Por que ellos creerían que era una falla y le habrían pegado fuego allí mismo.
_Jajaja ¿Y a ti? ¿Por qué a ti no?
_Por que si querían a Elena podían haberla pedido a cambio del caballo.
_ ¿Y tú se la habrías cambiado?
_No, a mi gusta mas Elena que ese caballo de madera, además si ellos no la pidieron...
_Claro, buen razonamiento.
Y Gumersindo llevó su dedo índice a la sien, alambre de espino.
En estas llegaron a la casa de Esther y se despidieron, pero Gumersindo no cogió la calle que llevaba a su casa y Esther entró en la suya preguntándose adonde iría tan tarde.
Al día siguiente, Esther pudo saber adonde iba Gumersindo, gracias a la indiscreción de Valentín que era el camarero y dueño del bar La Plaza, pues cuando Esther conversaba con Gumer en un intento de saber más sobre su vida y mostrándose este algo receloso, Valentín se entrometió en la conversación.
_Si hombre cuéntale lo de la Natacha.
Gumersindo no supo reaccionar y el camarero contó que algunos hombres de  allí  eran asiduos visitantes del bar de alterne que había en la carretera principal un poco más allá de la salida del pueblo y que Gumer era uno de ellos, pero que no alternaba mas que con una chica, Natacha.
Entonces viendo, la vergüenza y el nerviosismo en el rostro de su contertulio, decidió cambiar de conversación mientras sacaba un cigarrillo y le ofrecía otro a él, pero este lo rechazó con un gracias no fumo, el doctor dice que fumar es malo para la salud.
_Si y tiene mucha razón.
_Entonces ¿por qué fumas?
Pillada con la pregunta y sin saber qué responder se echó a reír como último recurso, a lo que Gumersindo respondió llevándose el dedo a la sien con su alambre de espino.
Ella quería saber por qué él decía que la cicatriz de su frente se la habían hecho los extraterrestres, que si creía en todo eso de ovnis y vida más allá de la tierra.
_Si, si claro yo he visto muchos por la noche, atraviesan el cielo muy deprisa y luego desaparecen.
_Pero eso es una estrella fugaz.
¿Si? ¿Y de donde se “fuzgaba”?
 Otra vez ella quedó sorprendida por la respuesta/pregunta, pero contuvo la carcajada para evitar la letanía del alambre de. . .
_Vale, vale, pero crees o no en ellos.
_Bueno si el cura dice que Dios hizo el mundo en siete días,   solamente en un mes podía crear cuatro mundos y no los iba a hacer para nada, alguien tiene que haber por ahí ¿no?
Esta respuesta si que hizo pensar a la estudiante de psicología. Este hombre es algo extraordinario.
_No estamos solos, añadió Gumer antes de que ella volviera a cerrar la boca.
_Ya, ya, te veo muy convencido.
_No, que digo que no estamos solos porque acaban de entrar en el bar Don Dionisio, el médico y Don Dámaso, el cura.
Aquí si que no pudo reprimir una sonora carcajada, sin importarle que él se llevara el dedo índice a la sien, alambre de espino.
Durante la semana siguiente Esther apenas salió de casa se dedicó principalmente a escribir sobre  su trabajo y plantearse si sería algo interesante para su profesor, pero que eso no le importaba porque para ella si lo era.
También tuvo que esquivar las preguntas de su tía Benigna sobre la ruptura con su novio, que a pesar de que ella no se lo había contado, esta lo sabía, ¿por qué? Por que la tía Benigna se enteraba de todo.
Con estas llegó el sábado, por la mañana mercadillo y por la noche al cine de verano. Esta vez el concejal de cultura, animado por el éxito de la película anterior, decidió dar un paso más allá y programó El Coleccionista de Billy Wilder,  una película en la que el protagonista, además de coleccionar mariposas, secuestra a la chica que le gusta con la intención de que ella con el tiempo termine correspondiéndole, algo imposible y que no puede acabar bien.
Esta vez Esther se adelantó y ocupó dos asientos delanteros, desde los que hizo señas a Gumer para ver juntos la sesión.
Terminada la proyección Esther quiso saber otra vez la opinión de Gumersindo sobre la peli.
_Qué ¿te ha gustado?
_Si y no.
_Eso mismo dijiste el otro día, a ver por qué si y por qué no.
_Pues me ha gustado por que salen muchas mariposas muy bonitas, ¿Cómo hará para que no se le escapen?
_Gumer, esas mariposas están muertas.
_Entonces ¿para qué las quiere?
_Porque le gustan y las colecciona.
_A mi también me gustan y yo no las mato, disfruto viéndolas volar.
Una vez más Esther se rendía a la lógica simple, pero absolutamente razonable, de un hombre al que nadie hubiera atribuido tal cosa.   
_ ¿Entonces ya no te gusta la peli?
_Pero es que no entiendo nada, ¿la chica es como una mariposa?
_Más o menos.
_Pues no me ha gustado nada nada.
Esther le explicó que la película quería decir que hay personas que están dispuestas a hacer lo que sea por conseguir lo que quieren aunque al final se queden sin nada.
_Pues valiente tonto yo cuando voy a regar los jardines veo pájaros, mariposas y muchas flores bonitas, y no les hago daño.
 _ ¿También riegas jardines?
_Si, puedes venir mañana conmigo a uno de los más bonitos y te lo enseño.
Así convinieron en ello, quedando para el día siguiente, mientras se despedían y ella le veía coger la calle que no era la suya en busca de Natacha.
Era un jardín precioso, cuidado con muy buen gusto y Esther quedó impresionada sobretodo con los rosales y sus olorosas rosas, no pudiendo resistir la tentación de pedirle unas cuantas para poner en el jarrón de su casa. Otra vez le sorprendió e incluso la asustó un poco la reacción de Gumersindo.
_¿Pero tú que quieres? ¿Qué sea como ese de la película? Si te gustan las rosas plántate un rosal o si no,  puedes venir conmigo a verlas y olerlas siempre que quieras. No sabiendo qué decir Esther le dijo que no podía hacer ninguna de esas dos cosas porque al día siguiente marchaba de vuelta a su casa de la ciudad. Eso a él le sonó como si ella acabara de decidir irse en ese mismo instante por culpa de su brusca y desmedida contestación.
Un poco serios salieron de allí los dos de vuelta a casa y sin saber qué decir.
Cuando llegó a su puerta ella le dio dos besos de despedida y le dijo que le había gustado mucho pasar estos días con él, que había aprendido muchas cosas. Gumersindo correspondió con otro par de besos, diciéndole que  él también estaba contento por eso, pero triste de que se fuera tan pronto.
La mañana siguiente, muy temprano para evitar el calor del tórrido verano Esther partió en su coche rumbo a la ciudad, era recién amanecido y no esperaba encontrar a nadie por la calle, por eso le sorprendió ver en medio del camino a alguien agitando un brazo haciéndole indicaciones para que se detuviera, no podía ser otro mas que Gumersindo, quien llevándose el dedo índice de su mano a la sien, sacaba el brazo oculto ofreciéndole un gran, esplendoroso y muy aromático ramo de rosas, alambre de espino.
De nuevo se quedó sin habla, cogió el ramo de rosas, lo depositó en el asiento del copiloto, sacó la cabeza por la ventanilla para agradecérselo con un beso y aceleró para continuar su camino, pero todavía pudo ver por el espejo retrovisor a Gumersindo volviendo al pueblo con el índice en la sien.
Fue tal el sentimiento de ternura que no esperó a llegar a casa, paró en el primer apartadero de la carretera que encontró, alargó el brazo hasta su ordenador portátil,  lo conectó, abrió el documento de texto Alambre de espino y con el botón derecho del ratón seleccionó cambiar nombre y escribió, Alambre de espino y rosas.



Juanjo 27/en/2011



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