jueves, 19 de abril de 2012

RELATO PREMIADO EN EL CONCURSO INTERCENTROS CEPA DE MADRID

INFORMACIÓN DEL CERTAMEN 
http://certamenliterariocepa.blogspot.com.es/





Después de las diez en el Markito`s Pub

 Seudónimo: TEMPRANILLO

Yo bajo después de las diez  al pub de la esquina, en la hora feliz, esa costumbre anglosajona para incitarnos a beber más por menos dinero, particularmente no soy partidario de ponerle horario a los placeres de la vida, pero es que la hora feliz del Markito`s  tiene ciento ochenta minutos, que yo aprovecho, inspirándome en la camarera.

No creo a esos que dicen beber para olvidar, como si el alcohol tuviera alguna propiedad capaz de tirar a la papelera de reciclaje ningún recuerdo, ni bueno ni malo.
Si eso fuera así, el mundo estaría lleno de amnésicos y no habría accidentes de tráfico por culpa de la alcoholemia, porque los bebedores olvidarían dónde aparcaron el coche y dónde están las llaves y además, en el hipotético caso de llegar hasta el vehiculo y lograr abrirlo no recordarían cuál es el asiento del conductor. Por el contrario, es mucho más probable oírles recordar, porque en voz alta se acuerdan del Presidente del Gobierno, de la Familia Real, de su jefe y hasta de su propia suegra, e incluso recuerdan canciones que no cantarían estando serenos: Asturias patria querida, El vino que tiene Asunción y otras del folklore popular.
No es mi intención hacer un discurso sobre las excelencias de las bebidas alcohólicas, sé que algunos hígados no me lo perdonarían, pero es cierto que desde que el mundo es mundo, todas las civilizaciones, culturas e incluso religiones han tenido y tienen su propia bebida “espirituosa”, con muy buena aceptación.
El otro día vi una película en la que un personaje hablaba de la presencia de las flores en los acontecimientos más importantes de la vida, el nacimiento, el amor y la muerte y tenía razón. Pero también hay que reconocer que no sabemos celebrar todo eso sin beber, por ejemplo en las bodas, por cada ramo de novia, litros de alcohol corren por las venas de los invitados.

Pero como os iba contando… Para acordarme de Estrella, no necesito la hora feliz, pero sí que me ayuda a rebuscar en el baúl de los recuerdos, sobre todo de las sensaciones, rastros que cada uno de mis sentidos guarda en recónditos rincones de la memoria. Empezando por la vista, ver a Estrella  desde primera hora de la mañana me dibujaba la sonrisa para todo el día, la intensidad de su mirada directa dilataba mis pupilas. Y siguiendo por el tacto, cardar su pelo con mis dedos, acariciar su nuca, la suave piel de sus hombros, el roce cuerpo a cuerpo en la piscina con la excusa de enseñarla a nadar. Y por la noche otro festival de sensaciones bailando muy pegados, el olfato daba el pistoletazo de salida a mi excitación, con mi nariz hundida entre su cuello y su melena, aspirando el aroma propio de ella y el de su perfume. Puedo recordar hasta la marca, se llamaba “Oasis”.
El oído probablemente sea el sentido que mejor contribuye al recuerdo, tengo en mi memoria todas y cada una de las canciones que bailábamos, el sonido de su respiración en mi oído y el terciopelo de su voz.

Estrella, haciendo honor a su nombre brillaba con luz propia, pero se perdió en el oscuro cielo como una estrella fugaz.
Recordando todo esto abro los ojos, apuro el vaso y pido otra copa, solamente por tener cerca  a la camarera durante unos instantes. Ésta me sirve complaciente a la vez que sonríe y masca algo con un movimiento sensual de sus mandíbulas, mi boca empieza a salivar y automáticamente surge una cascada de sabores, de besos con sabor a chicle, besos con sabor a chicle y tabaco, besos con sabor a chicle, tabaco y ron con coca cola, éramos jóvenes y nuestras hormonas no nos permitían andar con remilgos, ahora cuando salgo con una mujer no fumo si no lo hace ella antes. Mis sentidos guardan además sensaciones vividas en momentos mucho más íntimos con Estrella, pero esos solo los compartiré con ella, si alguna vez viene a nuestra cita después de las diez en el Markito`s Pub.