... así que en cuanto se casó mi hija no esperé más. Maximino, le dije,
esto se ha acabado. El hijo lejos, la hija casada, la casa vacía, ¿A qué
quieres que espere? No te preocupes que a ti no te va a faltarte de nada, ya me
encargaré yo de dejarte todo bien acaldado antes de salir. Pero yo aquí no
sigo, que no hijo mío, que no. Que estoy harta de trabajar en solitario. Que no
es lo mismo lo tuyo, siempre acompañado, con otros en el taller, con otros en
la fábrica. ¿Y cuando el taxi? Poco acompañado que andabas con el taxi que no
me vaya poner ahora a sacar trapos sucios y viejos, pero hay que ver las
compañías que te caían con el taxi ... No es lo mismo lo tuyo que lo mío. Toda
mi vida encerrada en casa. Cuando los críos son pequeños es otra cosa, sí señora,
que ya lo sé doña Aurora. Pero cuando crecieron, cunado ellos empezaban a volar
por su cuenta y los domingos, la una que tengo un guateque y el otro que me voy en
la moto con un amigo ... Y yo
siempre sola y él, Maximino, se me iba a la taberna porque decía que se le caía
la casa encima, ya ve usted.
Se le caía a él que toda la semana está fuera. Pues fíjese a mí, que no sé
salir más que a la compra ... y lo que yo le dije, no veo que sea
un crimen
que '0 vaya a asistir por las mañanas,
que así me gano un sueldo y me distraigo. Y oiga usted, él que no, que
siempre hemos vivido con los suyo, que a qué viene el querer ganar yo ahora. Y
lo que yo le dije:
Maximino son dos caras de la misma cuestión: una cara, el dinero que nos
vendrá muy bien, que a los hijos siempre hay que darles. Da igual que sec,~sen
bien o mal. Siempre piden y si no piden se lo damos nosotros, los padres, que
es como una costumbre y no sabemos ya vivir sin dar. El caso es que esa es la
cara económica como yo digo, de la moneda. Y luego está la otra, la mía, más de
dentro, que yo quiero salir de aquella casa y hablar con alguien y ver otras
ventanas y otras puertas.
Digo yo que si la tarea propia de mi casa la hago yo en otras casas por
ejemplo, como hago ahora, en la de usted, en la de la frutera, y en la de doña
Luisa la practicanta; bueno, pues por lo pronto las tres casas son diferentes y
yo me distraigo de mi fogón que lo tengo muy visto y de mi alcoba y de mi
comedor. Clavadito en la memoria tengo el hule de la mesa y el espejo del aparador
y la chapa de mi cocina que es como otro espejo. Y a mi la televisión me aburre
yesos Dalas yesos Cristales bien para un rato, pero todo el día con ese
runrún de la tele ¡Qué mareo! Bueno, pues eso es lo peor que lleva él: lo de
salir de casa por distracción. Porque dice él, entiendo lo del dinero aunque no
sé a qué viene volverse avariciosa a la vejez. Pero lo que no entiendo es que
te guste limpiar la porquería de otras casas y perdone usted la expresión.
y es que él no quiere ver lo que le explico, que me gusta cambiar de
panorama. Usted lo entiende ¿a que sí doña Aurora? Hoy la mujer trabaja para
ver panoramas, créame usted. Mire mi hija, desde bien joven en la peluquería y
dice siempre, yo ni casada ni viuda ni nunca vaya dejar de trabajar. Porque no
quiero verme como te ves tú, siempre encerrada mientras padre va y viene cuando
quiere ...
Ah, los hombres. Ellos qué bien lo mueven todo. Siempre están por ahí fuera
arreglando las cosas de este mudo. Quien arregla tuberías, quien coches, quien
huesos rotos, quien países. Ellos los arreglan todo, sí señora. Porque nos
tienes siempre en la retaguardia, espera que te espera si llega o no, si cena o
no, si viene desganado o con buena gazuza ...
Muy bien que hace mi chica y muy bien todas las mujeres de ahora. Quíteles
usted el trabajo y ya verá como se ponen. Pues nada, mi hombre no me habla.
Pero ya me hablará. Si no habla revienta, así que allá él. Yo aguanto lo que
haga falta porque cuando llego a casa ya lo hablé todo. Con usted y con las
otras señoras que todas son buenísimas y me entienden a la perfección ... [ ...
]
Josefina R. Aldecoa.
DOÑA AURORA TOMA LA PALABRA
Sí
hija si, claro que te entiendo, cómo no,
yo he pasado por lo mismo (salvando las distancias) y es que desde que el mundo
es mundo los hombres se han creído los protagonistas sin darse cuenta de que
las verdaderas directoras somos nosotras, si no de qué.:.vamos anda!!
Yo
desde bien prontito me di cuenta, al principio todo va como la seda.Mí Demetrio iba conmigo a casi todas partes,
incluso a misa los domingos, y cuando se cansó no pensaba en otra cosa que no
fuera tener un hijo,y yo me preguntaba ¿qué bicho le habrá picado a este con
las prisas por la descendencia? Yo no estaba por la labor, pero me fue
imposible frenar sus ímpetus, ahí sí, fíjate tú, ahí si que son decididos y
ponen empeño. Por fin consiguió su propósito, y yo tengo que reconocer, que me
sentí muy feliz con el pensamiento de una criatura alborotando y dándole vida a
una casa que ya empezaba a venírseme encima, y vuelta a empezar, al principio
me tenía ente algodones, como oro en paño, pero fue parir, comprobar que la
niña estaba bien ( porque fue niña, ahí no le valió todo su empeño por que
fuera varón ) y que me mantenía ocupada todo el día y ya cambió todo, volvía
tarde a casa con la excusa de que tenía mucho trabajo, salía temprano y
regresaba ya cenado, eso si, todos los días llamaba tres o cuatro veces por teléfono
para saber qué tal estábamos, a mí me agradaba mucho que sacara tiempo entre
tanto trabajo para interesarse por nosotras, hasta que una tarde no pude contestar
a su llamada, la niña estaba revuelta echando por arriba y por abajo lo que no
está en los escritos, los timbrazos resonaban por toda la casa, yo enfrascá con
la niña, que me faltaban manos y el otro venga, dale molino con el telefonito,
no pasó media hora y ya le tenía delante hecho un obelisco, pidiéndome
explicaciones, pero era imposible por un oído le entraba y por el otro le salía.
Aquella noche no pegué ojo dándole vueltas al asunto ¿por qué le importaba mas
que no contestara al teléfono que el malestar de su hija? ¡Ay! Cuando caí en la
cuenta, lo vi tan claro como esto es luz, él no quería descendencia, lo que
quiere es tenerme siempre ocupada por su miedo al qué dirán e inseguridad en si
mismo.
Aquélla misma mañana decidí buscarme una ayuda para la casa y la niña, no le
consulté, simplemente le dije que como trabajaba tanto y ganaba bien, nos lo podíamos
permitir. Así que aquí está usted, mal que le pese al Maximino y yo he recuperado mi vida social se
ponga el Demetrio como se ponga.
JUAN
JOSÉ GARCIA ALCAÑIZ